24/6/14

Godín obra otro milagro


Un gol de Godín, que sigue iluminado, dio a Uruguay el pase a octavos a costa de una Italia no supo hacer valer su superioridad durante un amplio tramo del partido. Pero la expulsión de Marchisio y la lesión de Verratti dieron aire a la Celeste, que encontró la solución a todos sus males en un saque de esquina cabeceado a la red, con la espalda, por el central del Atlético. No es un título, pero Uruguay lo celebró casi como tal.
Diego Godín se ha especializado en goles milagrosos. Lo hizo ante el Barça, para dar la Liga al Atleti, y estuvo a punto de repetir ante el Madrid en Lisboa, aunque Ramos le robó el foco. Esta vez no hay dudas: Uruguay le festejará como héroe nacional tras un partido que decidió su 'espaldinha', aunque hubo mucho más.
De entrada, una buena Italia, liderada por Verratti, que sigue mostrando credenciales de gran mediocentro. Eclipsó a Pirlo, asfixiado por el sacrificio de Cavani, y comandó un primer tiempo placidísimo para la 'Azzurra', que apenas se vio exigida por un rival que no parecía estar jugando a victoria o muerte. En 45 minutos, sólo una doble ocasión de Suárez y Lodeiro desbaratada por Buffon.
Todo se desató en el segundo tiempo. Prandelli prescindió de Balotelli, que no sumó nada, restó mucho y dejó para su anecdotario personal una de las amarillas más extravagantes de la historia de los Mundiales. Pero Italia vivía sin taquicardidas hasta que llegó la roja a Marchisio, el punto de inflexión del partido. Una plancha a destiempo, castigada quizá con excesiva dureza.
Justo tras ese episodio reapareció Suárez en el partido, pero su disparo con el exterior lo sacó el antebrazo de hierro de Buffon.
Verratti se rompe y Suárez reincide
Todo lo que podía salir mal para Italia salió incluso peor. Se lesionó Verratti, al que suplió Motta, y Prandelli prescindió también de Immobile. Se trataba de achicar el previsible arreón charrúa, que consistió básicamente en balones a la olla que la terna de centrales de la Juventus (Chiellini, Barzagli y Bonucci) descolgaron con oficio. Hasta que apareció Godín y su chepa prodigiosa.
El partido dejó imágenes de tensión propias de estas alturas del campeonato y una inadmisible: en el fragor de la batalla, Suárez mordió en el hombro a Chiellini. Sí, otra vez. El árbitro no lo vio e Italia, con Cassano como referencia ofensiva (no es broma) se lanzó a por el empate... al toque.
Con mucha calma, como dicta el nuevo 'estilo Prandelli', que negó el histórico pragmatismo 'azzurro' en los minutos finales. Quizá es que hay cosas que es mejor no cambiar. Lo que permanece inmutable es la legendaria combatividad charrúa. La que permitió a la Celeste, con poco más de lo mínimo, seguir reescribiendo su leyenda mundialista.
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@SantiSiguer



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