Alexánder Mejía desplegó ese día todo su
físico, todo su aliento, para no perder la batalla. Fue hace dos años,
también fue, como ahora, una variante de emergencia de José Pékerman
frente a Argentina, solo que ese día ingresó en pleno partido. Entró y
corrió como nunca, y batalló como siempre. Su misión: marcar a Messi. Y
aunque tuvo un partido de máxima exigencia y debió terminar exhausto,
cumplió. Por eso el duelo de este viernes, en el que será el más seguro
titular por las ausencias de Carlos Sánchez y Edwin Valencia, no le será
ajeno.
Mejía ha tenido un trabajo silencioso en la
Selección Colombia. Pero se sabe que es como un perro de cacería, una
fiera que esperan ser liberada para atacar a su presa. Es el indicado
para ese trabajo sucio que tendrá que hacer este viernes Colombia, para
contener el ataque de Argentina.
Su oportunidad de ser titular le llegó de
manera inesperada. Siempre estuvo haciendo fila, ya que por delante de
él estaban Abel Aguilar, hoy lesionado, Carlos Sánchez, hoy suspendido
por amarillas, y Edwin Valencia, con la fractura de ligamento cruzado.
La mala suerte de sus compañeros podría abrirle la puerta de la
titularidad, ya que Colombia no tiene otro volante de marca convocado.
Podría improvisar con otro jugador, pero Mejía, que siempre ha entrado a
apagar incendios, es el más indicado.
Podría pensarse que Mejía es un novato de la
Selección por su poca participación, pero en realidad está con José
Pékerman desde casi el comienzo de esta era, ya que fue convocado en la
primera lista oficial del entrenador para los juegos contra Perú y
Ecuador de la pasada eliminatoria. Desde entonces, aunque ha jugado
poco, casi siempre ha estado entre los elegidos, muchas veces ingresó al
final para cuidar un resultado, como lo hizo frente a Brasil, en esta
Copa.
Mejía jugó contra Argentina en la Eliminatoria. Archivo EL TIEMPO
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No obstante, el volante se fue ausentando de
la Selección y solo regresó para la segunda vuelta de la eliminatoria,
para aquel juego con Argentina. Esa vez, cuando debió marcar a Messi,
entró al minuto 61, Colombia estaba con 10 por la expulsión de Cristian
Zapata, y recién había ingresado Messi, que fue suplente. Mejía fue tras
él.
Nacido para el fútbol
Nacido en Barranquilla, y de familia de
beisbolistas, era muy probable que Alexánder Mejía tomara el camino de
la pelota caliente. Pero no lo hizo. Desde muy pequeño, mientras le huía
a las matemáticas, aunque no era mal estudiante, se refugiaba con la
pelota de fútbol. Sin embargo, su infancia no fue fácil.
No tuvo la figura materna, o por lo menos no
de su madre natural que lo abandonó cuando solo tenía dos meses de
nacido. Escasamente recuerda su nombre, Fanny Esther. Pero tuvo la
suerte de contar con Juana Jiménez Montiel, su abuela paterna y quien se
considera su mamá. Ella lo crio, lo vio patear sus primeros balones y
le inculcó los primeros valores. Su padre, Alexánder, también estuvo con
él, al igual que muchos tíos que vieron cómo el joven Mejía no quería
saber nada de béisbol, solo de la pelota de fútbol.
Por eso no tardó en vincularse a sus primeros
equipos, escuelas deportivas como Las Nubes y Estrellas del Caribe que
antecedieron su paso a la selección Atlántico. Ya cuando sentía que se
podía defender sin su padre y sin su abuela, Alexánder no dudó en viajar
a Cali para probar suerte en la escuela Boca Juniors. Tenía 14 años de
edad. Allí debió autorregularse, forjar disciplina si quería llegar a
ser profesional. Además tenía otra responsabilidad. Vivía con un
hermano, Carlos, que es cuatro años menor.
Fueron las primeras pruebas que pasó Mejía
antes de comenzar su andar en el fútbol profesional. Luego vendrían
otras, como una etapa adversa en el Tolima, donde no lo tuvieron en
cuenta y, según narra, no le respetaron el contrato. Sus equipos han
sido Quindío, Once Caldas, Atlético Nacional (donde ganó por fin
títulos) y ahora el Monterrey de México.
Un 2015 de emociones
Alexánder Mejía ha vivido un año de contrastes
emocionales. Comenzó su travesía en el fútbol mexicano, fue una alegría
para él fichar por un equipo como el Monterrey, al que llegó con las
mejores expectativas. Pero en febrero recibió una pésima noticia. Su
padre, Alexánder, fue detenido por las autoridades colombianas que lo
acusaban de un supuesto caso de homicidio ocurrido en el 2005, justo el
año del debut de Mejía en el profesionalismo.
Y mientras digería esa noticia, Mejía también
tuvo que ver cómo lo relegaban en el equipo. Se convirtió en suplente,
jugó muy poco. Aún no está claro su futuro. Sin embargo, su gran alegría
del año fue el nacimiento de su segundo hijo, Sebastián, que tuvo con
su esposa, Lina María. El primero se llama Santiago. Ambos son los
principales motivos que tiene Mejía pasa seguir adelante.
Y como bendecido por el nacimiento, quedó en
la lista de la Copa América, ya había estado en el Mundial con Pékerman,
donde jugó en cuatro de los cinco partidos de Colombia. El presente le
volvió a sonreír. Hoy está frente a su gran posibilidad de ser titular,
de enderezar un año difícil.
Seguramente será el titular este viernes y, de
ser así, tendrá una doble misión, no solo bloquear a Messi, sino
reemplazar de la mejor manera a los ausentes, a Sánchez y a Valencia. Es
hora de que Pékerman lo libere, le abra las puertas para que Mejía
corra por su presa.
Pablo Romero
ENVIADO ESPECIAL
Santiago
@PabloromeroET
ENVIADO ESPECIAL
Santiago
@PabloromeroET
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