La huilense absuelta por falsos nexos con las Farc sueña con las cámaras.
Angélica Ramírez, la presentadora de farándula huilense que estuvo tres años tras las rejas tras ser señalada de “colaborar con las Farc” y estar relacionada con una extorsión contra su exesposo, le dijo a EL TIEMPO que, aunque la experiencia en la cárcel fue muy dolorosa, aprendió a perdonar y a encontrarse con Dios.Ramírez, condenada a 14 años de cárcel por terrorismo y extorsión en grado de tentativa, quedó libre el martes por decisión del Tribunal Superior de Neiva, luego de que su abogado apelara y diera pruebas de que nunca se había reunido con guerrilleros, como lo señalaba un desmovilizado.
¿Cómo termina una presentadora señalada de colaboradora de las Farc?
No sabría decir exactamente qué sucedió. Fueron cosas que me tomaron por sorpresa, a pesar de que tuve algunos inconvenientes con mi exesposo. Está en manos de la justicia explicar por qué terminaron haciendo semejante injusticia.
¿Cómo fue su relación con su exmarido?
No quiero hablar del pasado. No siento ningún resentimiento; todos los días de mi vida lo he tenido en oración, y si en algún momento Dios me da la oportunidad de reunirme con él y tener una relación cordial, lo haré.
¿Cómo es la vida de una presentadora en la cárcel?
Complicada. Sufría mucho. Me hacían llorar. A veces se referían a mí muy feo; para ellas yo era la gomela, la vanidosa, por más de que uno tratara de ser noble, humilde, lo más sencilla. Con el tiempo empezaron a conocerme y a darse cuenta de que todos somos iguales.
¿Cuál fue el día más difícil?
La primera visita de mi hijo, a la semana de mi captura; fue el peor. Tomaba muchos medicamentos para dormir, para controlar los nervios. Mi hijo lloraba, me pedía que lo dejara quedarse escondido dentro del baño; decía que él no iba a hacer ruido, que no iba a pedir comida y que se la pasaría todo el día esperándome. Yo le pegaba puños a la pared, lloraba, gritaba. Fue un día muy fuerte.
También perdió a su abuelo cuando estaba en prisión…
Eso definitivamente es lo que más me ha marcado. Duré tres días dopada, no podía ni darme cuenta de qué hacía. A mí me criaron mis abuelos. Eran como mis papás. Él nunca se enteró de que yo estaba en prisión, pero le afectó mi ausencia. No pude ir a su funeral. Apenas llegue al Huila visitaré su tumba.
¿Puede rescatar algo bueno?
La experiencia fue fuerte, dolorosa; no solo me afectó a mí, sino a toda mi familia. El sufrimiento fue grandísimo. Pero aprendí mil cosas. Tuve la oportunidad de encontrar a Dios, que es lo más grande que tengo en la vida. Yo tenía que pasar por ese lugar para aprender a valorar a la familia, a la gente y para no juzgar nunca a las personas.
¿Demandará a quienes la vincularon con las Farc?
Dios ha cambiado mi vida totalmente. Ha sacado de mi corazón la tristeza. He perdonado a todo el mundo, por lo más mínimo que hayan podido hacerme. Si en mis manos está una demanda, jamás lo haría. Ahora solo quiero dedicarme a mi hijo.
¿Y qué viene ahora?
Me apasiona mi trabajo. En la cárcel, todos los días soñaba con estar al frente de las cámaras, con volver a presentar. Me encantaría empezar a trabajar mañana mismo. También quiero terminar la carrera de psicología que empecé en la prisión.
ALBERTO MARIO SUÁREZ D.
Redactor de NACIÓN
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