Aunque vista los mismos colores, tenga
el mismo escudo en el pecho y cante, con la misma emoción, el mismo
himno nacional que en la eliminatoria, Colombia es un equipo muy
distinto en Brasil-2014. La Selección está jugando de manera muy
distinta a como lo hizo en la ruta hacia el Mundial.
José Pékerman tuvo que reinventar a la
Selección en cinco meses, el tiempo exacto que ha pasado desde la lesión
de Radamel Falcao García, aunque ya había dado algunos toques de que
iba a hacer cambios en los encuentros de noviembre del año pasado,
contra Bélgica y Holanda.
El gran Carlos Valderrama declaró que
"Pékerman le había devuelto la identidad al fútbol colombiano". Si uno
mira la eliminatoria, puede tener razón. Pero la Selección que ha jugado
en el 2014, sobre todo la de los dos juegos que ya disputó en suelo
brasileño, es una cosa distinta.
En lo primero que cambió el equipo fue en la
forma como se para en la cancha. En la eliminatoria, sobre todo cuando
jugó en Barranquilla, jugaba con cuatro defensas, dos volantes de marca,
dos de creación y dos delanteros, uno bien en punta, Falcao, y otro
arrancando un poco desde atrás, Teófilo Gutiérrez. Hoy, sin la
referencia de Falcao, el equipo es distinto: tiene cinco volantes, pero
los externos caen al área a rematar e incluso también lo hacen los
laterales, como lo demostró Pablo Armero con su gol a Grecia.
La pelota era la mejor amiga de la Selección:
en casi todos los partidos con Pékerman en Barranquilla, el dato de la
posesión de balón siempre marcaba del lado amarillo, salvo en el último
encuentro, contra Chile´. La idea era desgastar al rival moviéndolo a
punta de toque, aprovechando el calor. Como visitante, la cosa fue
distinta: los dos encuentros en los que el equipo tuvo más tiempo la
pelota los terminó perdiendo: contra Venezuela (72 por ciento) y Uruguay
(63 por ciento).
Por eso, Colombia cambió de idea en Brasil.
Incluso, Pékerman dejó por fuera del equipo a un jugador que en
Barranquilla era clave, pero que como visitante no tenía tanta
trascendencia, Macnelly Torres. Ahora, el rival tiene más tiempo la
pelota (contra Grecia, la Selección solo tuvo el balón el 46 por ciento
del partido y contra Costa de Marfil, el 45 por ciento).
Pero cuando la agarra, sale rapidísimo, la
transición por el medio campo es muy corta y la llegada del equipo por
los costados hace mucho daño. Además, la Selección ha sabido explotar el
factor del contragolpe, en el que un jugador como Juan Guillermo
Cuadrado se ha vuelto clave, al igual que Juan Fernando Quintero, cuando
entró contra los marfileños.
El cambio ya comienza a ser notado por grandes
exfutbolistas, como el brasileño Juninho Paulista, campeón mundial con
Brasil en el 2002. "Colombia es un gran equipo en conjunto. Pensé que
Falcao les iba a hacer más falta, pero se fortalecieron como grupo y por
eso hoy no hay una figura para destacar, sino al conjunto completo",
declaró Juninho a la agencia Reuters.
Colombia se adaptó al Mundial y hasta ahora, y
ojalá durante mucho más tiempo, siga de la misma manera. "Todos sabemos
que el Mundial es otra cosa, desde el himno nacional se canta distinto,
se siente distinto y la sensación es inexplicable, mágica. Lo
comprobamos todos contra Grecia". Es el mismo equipo, el mismo himno, el
mismo escudo. Pero la Selección es distinta. E igual de buena y
rendidora que la de la eliminatoria.
JOSÉ ORLANDO ASCENCIO
Enviado especial de EL TIEMPO
São Paulo (Brasil)
Enviado especial de EL TIEMPO
São Paulo (Brasil)
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